Quiénes somos ahora

Quiénes somos ahora (Literatura Random House, 2022) de la escritora Katya Adaui, simbolizar la muerte se vuelve trama, y la autora logra que un tema universal se transforme en personal, lo dignifica volviéndolo paisaje. EL mar en los ojos de la madre y la tierra en los del padre, el agua como cuna fecunda, la tierra como simiente.Y se vale de eso para el almizcle que logra en la historia de Mara, iniciática y pecadora, deshilvanando las historias desde la narrativa para que todos en la familia sean etéreos. Que no significa buenos, ni santos, ni siquiera humanos. Y se van desencadenando actos, nos muestra manías, las vuelve latidos, como los rencores viciosos de los personajes que cuando empezamos a odiarlos nos sorprenden con la ternura más alucinante, esa que es verdadera. Y se nos pega esa ternura, para que todo el tiempo acompañe la lectura de lo atroz.

La muerte es natalicia, dice Adaui, es que sí, cada vez que nacemos nace una vida y su muerte, y nace rebalzando vida y aspirando muerte, como un atlántico sangriento el útero contenedor se acuerda, y nos obliga a recordarnos, nadando en la creación precisa de la vida y la muerte del embrión que somos. Y es un acierto de la autora esa niñez en la playa, el sol, el ma, de Máncora, de La Punta, como retazos de vida a los que se puede volver para no morir.

Pero Katya Adaui es también una narradora conciliadora, que trae la bondadosa mirada del que sabe decir, y entonces sigue simbolizando con el auto del padre, con la justificación, aunque sea mínima de la madre terrible, que se realiza en la historia como si la maravilla fuera posible. El mundo es tazón y atizo en los ojos azulez de la madre, la casa se vuelve cartón pintado ante su mirada, y todos los miembros de la familia se escapan para salvarse. La madre alzada en un pedestal vicioso otra vez, empedernido, sin embargo tan cotidiano que la autora puede fluir en ella como si aún el útero fuera habitable. .

La novela es evocativa, pero también memoriosa, y el lenguaje es la herramienta para que la vida de esta familia se revele al lector, como un sistema imperfecto y a veces disperso que juega a ser unido, solo juega, y que naipe al fin, se desmorona cuando quiere ser sostén. No puede ayudar el sistema, no puede avanzar en el tiempo con las mismas bases, porque algo destinado a morir no puede evitar la muerte.

Una novela muy interesante, una autora para seguir.

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