Diario de Cuarentena: La sonrisa de una lágrima

Me acosté feliz de ver amigas tras cuatro meses de cuarentena, socializar un poco me había recordado que soy mujer, que puedo arreglarme y festejar el nacimiento de Maru, con quien comparto vida desde ese instante inicial, verla soltar sus rulos y ser feliz, me llenó de energía. Pero la vida…

Me desperté con la noticia de una muerte joven e injusta, como casi todas las muertes jóvenes. Gustavo Tilot, alguien con quien compartí por años cuestiones laborales, pero a quien aprendí a apreciar en pequeñas charlas entre tandas, o esperas de ferias de libro, o notas en lo de Niní, o actos oficiales, que pertenecía a una familia que vino con mi abuelo desde Europa y que como él, traían unión y arraigo a esta tierra de inmigrantes y trabajadores. Su voz única, su carisma, su clase, pero sobre todo, los valores que tenía, y que mejoraba esta realidad lo hacían particular. Recuerdo el año pasado, el orgullo con el que fue a izar la bandera, el honor que sentía, que pena. Qué gran pena. Se fue un bueno. Uno de los pocos. Y sonreí entre lágrimas.

Así es la vida. Una y una, pero cuando la vivimos limitada, nos duele más. Porque hace cuatro meses que nos perdemos amigos, tiempos que no vuelven, hijos que se extrañan, nietos que nacen y no se conocen, momentos irremplazables. ¿En pos de qué?

Un abrazo al cielo, comparto con ustedes uno de los poemas de la gran Pizarnik

Tu voz

Emboscado en mi escritura
cantas en mi poema.
Rehén de tu dulce voz
petrificada en mi memoria.
Pájaro asido a su fuga.
Aire tatuado por un ausente.
Reloj que late conmigo
para que nunca despierte.

Diario de Cuarentena: amigas

Extraño a mis amigas, si amigas, no me equivoqué, no son amigu@s , ni amigues, o amigos. Son amigas. Mis amigas, las de siempre, esas que conocen mis fibras íntimas. Las que me quieren así, imperfecta, medio ilusa, capaz de luchar contra molinos de vientos. Las que fueron testigos de mis momentos miserables y las que me abrazaron en la dicha.

Puedo contarte que no se parecen, mis amigas son esbeltas, redondas, amables y cabronas, son de izquierda, son centradas, liberales y revolucionarias. Pero todas, con sus matices, fueron parte de mi crecimiento y mi verdad.

Tengo amigas psicólogas, economistas, abogadas, traductoras, empresarias, empleadas públicas, juezas, conferencistas, científicas, políticas, decoradoras, literatas, profesoras, jugadoras de paddle, amas de casa, poetas, religiosas, gestoras de cultura, actrices, fotógrafas y otras muy poco encasillables.

De todas extraño el abrazo, el contacto real, esa cuestión química entre pieles, de algunas las carcajadas compartidas, oyendo el ruido en el mismo eco, con dos o tres extraños charlas profundas, esas que te hacen cuestionar pre conceptos, que te convencen que el ego es una traba en la vida. Con una en especial extraño la niñez y adolescencia compartida. De ella extraño los findes en su chacra continuando el comienzo del afecto hace más de cuarenta años. De la flaca hermosa extraño sus mates, y el ruido de sus hijos amados en deredor.

Y sabés que me gusta saber que las extraño, porque implica tenerlas, haber conseguido la amistad en mi vida no ha sido fácil, hay que renunciar a luchas, dejar de lado deseos, entender que tu verdad no es válida si lastima a otro, correrte del centro, poder compartir. Este diario es para ustedes amigas queridas, las de antes, las de ahora, las que veo, las que hace mucho que no saben de mí, las del jardín, la escuela, la facu, la política, la literatura, la gestión, la gráfica, la radio, la vida.

Ya volveremos a la presencia física, si la ciencia y el estado onmipresente nos dejan, pero sepan que mi vida son relevantes y que no es cualquier palabra, al fin de cuentas, como dice la gran Pizarnik, es hija del viento::

Han venido.
Invaden la sangre.
Huelen a plumas,
a carencia,
a llanto.
Pero tú alimentas al miedo
y a la soledad
como a dos animales pequeños
perdidos en el desierto.

Han venido
a incendiar la edad del sueño.
Un adiós es tu vida.
Pero tú te abrazas
como la serpiente loca de movimiento
que sólo se halla a sí misma
porque no hay nadie.

Tú lloras debajo de tu llanto,
tú abres el cofre de tus deseos
y eres más rica que la noche.

Pero hace tanta soledad
que las palabras se suicidan.