Diario de cuarentena

¿Dónde empieza y donde termina un día? Casi siempre el mío, en cuarentena, empieza con la notebook en mi cuarto escribiendo algo. Este diario, un poema, mi novela, un artículo para el diario o simplemente alguna reflexión sobre mi trabajo, ya sea literario o de gestión de cultura. Pero claro, las mujeres, normalmente no nos definimos por ser sencillas. Entonces en mi mente, aparte de lo que escribo, reflexiono o gesto, está el pedido de supermercado para la quincena, si me hace falta fruta, que cagada como tengo las uñas, dónde andarán mis hijos que ya son grandes y viven su propia cuarentena y cómo voy a hacer para no engordar en este encierro. Ahora la entiendo a Eva.

Así y todo, tras un día de limpieza, textos, cocina necesaria, frutas y algún desborde helado, llega la noche y un número tal de muertos e infectados me deja pensando hasta la madrugada. Y eso que la mayor parte del día pongo música, tomo tecitos blends, hago pesas, yoga, trato y trato de entrar en la meditación, pero la infodemia me aplasta.

Y no es que de madrugada me vuelvo Alice Munro, me desvelo y punto. Por eso este diario de hoy lo dedico a dar tips para no cometer los siguientes actos indeseables por la madrugada:

  • atacar la alacena de galletitas dulces
  • tomarse un par de tragos sola que serán dolor de cabeza al día siguiente
  • comerse las uñas con esmalte semipermanente incluído
  • cortarse el pelo y quedar como Maradona a los veinte (si tienen rulos como yo)
  • volverse Marie Kondo y despertar a su pareja, hijos, vecinos, etc.
  • terminar las galletitas y avanzar sobre la heladera con restos de la cena.
  • ver películas deplorables en Netflix
  • volver a encender los notidemias.

Si pueden aflojarle a cinco de éstos, van bien, si no es así, acepten urgente la terapia online estatal o la que les propuso el psicólogo para poder comer. Así dividen los kilos de más.