Diario de Cuarentena: Esperanza

Hoy es un día de sol y es además un día iluminado, tuve un taller con la escuela secundaria 22 que me llenó de esperanza, chicos de 15 o 16 años dispuestos a crear y a creer, abriendo sus sueños y su corazón a la literatura y a la posibilidad de pensar, de sentir nuevos mundos, soñar utopías en en el terreno distópico de la realidad. Hoy creo que el futuro es posible y quería compartirlo. Les dejo un poema de Neruda como regalo.

ODA A LA EZPERANZA

«Crepúsculo marino,
en medio de mi vida,
las olas como uvas,
la soledad del cielo,
me llenas y desbordas,
todo el mar, todo el cielo,
movimiento y espacio,
los batallones blancos
de la espuma,
la tierra anaranjada,
la cintura incendiada
del sol en agonía,
tantos dones y dones,
aves que acuden a sus sueños,
y el mar, el mar,
aroma suspendido,
coro de sal sonora,
mientras tanto,
nosotros, los hombres,
junto al agua,
luchando y esperando,
junto al mar,
esperando.
Las olas dicen a la costa firme:
Todo será cumplido».

Diario de Cuarentena: Chau, me voy

La verdad es que hoy escribo esto con muchas contradicciones, sigo siendo una idealista que pelea por su país, sin embargo, la realidad acuciante y la falta de oportunidades me hace empatizar con los miles de jóvenes que aplican para irse de Argentina. Argentina, que fue tierra de oportunidades, una vez más, expulsa a su juventud por no darlas. Y decidí reflexionar sobre el tema hoy, que es el Día Nacional de la Juventud, en memoria de los estudiantes secuestrados en el 76, hecho conocido como la Noche de los Lápices.

El mismo espacio político que instituyó este día y que dice ser la voz de muchos jóvenes, es el que los echa. No me es posible ser objetiva porque entre esos chicos que buscan como irse, están mis hijos. Y con dolor termino dándoles mi apoyo, porque por ahora, nada hay aquí para ofrecerles. Y si miran a su alrededor, ven el éxodo continuo de empresas, la prohibición hecha estado, la soledad de las calles, la imposibilidad de socializar, los deportes vedados, la ineficacia constante de todos los niveles políticos y una falta de recambio generacional en todas las instituciones que asusta. Nada los comprende, nada les pertenece. Ni la educación los abraza, más bien los repele. En un contexto como éste, peor para mí,que el del 2000/01 nos queda acompañarlos en su búsqueda y rezar por un milagro argentino. Voy a citar una nota del NY Times de noviembre del año 2000: «Este año -escribe Clifford Krauss, corresponsal del matutino en Buenos Aires-, miles de jóvenes han formado fila ante el consulado italiano para obtener un pasaporte que les permita regresar a la tierra de sus antepasados.» En los primeros seis meses, puntualiza, la embajada de Italia entregó 7000 pasaportes, la misma cantidad que durante todo 1999. Las colas en busca de visas para España y los Estados Unidos son, además, cada día más largas. Estanislao Hernández, un joven de 20 años que estudia Economía en la Universidad de Buenos Aires (UBA), declaró al diario: «Mi futuro es muy diferente del que imaginaron mis abuelos cuando llegaron acá, después de la Segunda Guerra Mundial. No hay trabajo y los políticos corruptos son incapaces de manejar la economía. Lo peor es que ya no se puede andar por la calle sin que te asalten».

Parece escrita hoy, deberíamos sumar las prohibiciones y la pandemia. Argentina demuestra una y otra vez que es incapaz de sostenerse. La clase política es la misma perpetuada en el poder. Modifiquemos eso antes de que nos quedemos sin hijos para abrazar, con o sin permiso.

Diario de Cuarentena: Juventud

Un charco de olvidos
El espejo de recuerdos que patinan
De cubos de hielo que no enfrían
De rock y juventud

Con clavos verdaderos
Y sed verdadera
Dos en una misma pecera
De rock y juventud

Andrés Calamaro, fragmento de Rock y Juventud.

No sé qué edad tenés, lector de mi diario de eterna cuarentena, pero eso no es lo importante, sino cuán joven sos. ¿Todavía te quiebra la voz una lucha que considerás digna? ¿Sos capaz de quedarte sin dormir proyectando una casa que tal vez no construyas nunca? ¿Tenés en tus manos atrapada la piel de ese amor primero?¿Podés reír a carcajadas aunque nadie lo haga?¿ cantás a los gritos esa canción que te hace sentir vivo? ¿ Te prometés que mañana vas a cambiar todo? Entonces, ¡feliz día!

Un día como hoy, en 1999. la Asamblea General de las Naciones Unidas designó el 12 de agosto como el Día Internacional de la Juventud. Esta  celebración anual busca incentivar el papel de la juventud como socia esencial en los procesos de cambio y a su vez, pretende crear un espacio para generar conciencia sobre los desafíos y problemas a los que nuestros jóvenes se enfrentan. Es un día para celebrar y dar voz a la juventud, sus actuaciones y sus iniciativas. Se supone que esto es una cuestión de jóvenes, y así debe ser, pero por otra parte, si uno ya no está en edad de merecer la felicitación formal de la ONU, y reconociendo que la juventud es primordial para el desarrollo y que es de vital importancia el compromiso de los jóvenes con la vida y en los procesos sociales; podemos rejuvenecer un rato, revelarnos a los cánones y sentirnos así, vitales, inmortales, y llenos de futuro, a pesar de todo. De la pandemia, de la cuarentena, de la inseguridad, vistámonos con la ropa de la libertad, porque siempre somos jóvenes, solo depende del parámetro con que midamos.

Claro que el mundo actual, no nos permite el disfrute, si consideramos que la OIT nos cuenta que uno de cada seis jóvenes se encuentra sin trabajo debido a la crisis provocada por el COVID-19. Según estimaciones recientes se deberían crear 600 millones de empleos en los próximos 15 años para satisfacer las necesidades de empleo juvenil y la proporción de jóvenes sin empleo, educación o formación se ha mantenido persistentemente alta en los últimos 15 años y ahora es del 30 por ciento para las jóvenes y del 13 por ciento para los jóvenes en todo el mundo. Las cifras son mucho más graves en latinoamérica y en Argentina en particular.

Por lo que si aún nos sentimos vitales, si queda potencia en nuestras mentes y nuestros cuerpos, es hora de dejar un mundo mejor parado a esos chicos que son el futuro, y al que los estamos condenando por la corrupción e ineficiencia del presente. Los invito a trabajar por un país mejor, una américa mejor, un mundo más justo y con mayores oportunidades.

¡ Seamos jóvenes!, ya que como bien pensaba James Russell Lowell, si la juventud es un defecto, es un defecto del que nos curamos demasiado pronto.