Diario de Cuarentena: Chau, me voy

La verdad es que hoy escribo esto con muchas contradicciones, sigo siendo una idealista que pelea por su país, sin embargo, la realidad acuciante y la falta de oportunidades me hace empatizar con los miles de jóvenes que aplican para irse de Argentina. Argentina, que fue tierra de oportunidades, una vez más, expulsa a su juventud por no darlas. Y decidí reflexionar sobre el tema hoy, que es el Día Nacional de la Juventud, en memoria de los estudiantes secuestrados en el 76, hecho conocido como la Noche de los Lápices.

El mismo espacio político que instituyó este día y que dice ser la voz de muchos jóvenes, es el que los echa. No me es posible ser objetiva porque entre esos chicos que buscan como irse, están mis hijos. Y con dolor termino dándoles mi apoyo, porque por ahora, nada hay aquí para ofrecerles. Y si miran a su alrededor, ven el éxodo continuo de empresas, la prohibición hecha estado, la soledad de las calles, la imposibilidad de socializar, los deportes vedados, la ineficacia constante de todos los niveles políticos y una falta de recambio generacional en todas las instituciones que asusta. Nada los comprende, nada les pertenece. Ni la educación los abraza, más bien los repele. En un contexto como éste, peor para mí,que el del 2000/01 nos queda acompañarlos en su búsqueda y rezar por un milagro argentino. Voy a citar una nota del NY Times de noviembre del año 2000: «Este año -escribe Clifford Krauss, corresponsal del matutino en Buenos Aires-, miles de jóvenes han formado fila ante el consulado italiano para obtener un pasaporte que les permita regresar a la tierra de sus antepasados.» En los primeros seis meses, puntualiza, la embajada de Italia entregó 7000 pasaportes, la misma cantidad que durante todo 1999. Las colas en busca de visas para España y los Estados Unidos son, además, cada día más largas. Estanislao Hernández, un joven de 20 años que estudia Economía en la Universidad de Buenos Aires (UBA), declaró al diario: «Mi futuro es muy diferente del que imaginaron mis abuelos cuando llegaron acá, después de la Segunda Guerra Mundial. No hay trabajo y los políticos corruptos son incapaces de manejar la economía. Lo peor es que ya no se puede andar por la calle sin que te asalten».

Parece escrita hoy, deberíamos sumar las prohibiciones y la pandemia. Argentina demuestra una y otra vez que es incapaz de sostenerse. La clase política es la misma perpetuada en el poder. Modifiquemos eso antes de que nos quedemos sin hijos para abrazar, con o sin permiso.

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