“Un libro es una enfermedad de la que uno se cura escribiéndola”
Felipe Polleri
La inocencia tiene la suficiente molestia para incomodar al lector, esta novela feroz no se aparta de la meta: destruir la hipocresía de la clase media alta uruguaya, montevideana, pociteana, podríamos decir. Esas las familias en el borde que nos obligan a pispear y arriesgarnos.
Entrar en el universo de Felipe Polleri, es ponerse en riesgo, por similitud, o por envidia, su literatura arrincona, él mismo reconoce que intenta dejar contra las cuerdas a sus personajes para ver como encaran al mundo, si a las piñas o escondiendo la cabeza.
En La inocencia (Hojas del Sur) narra la vida de una familia de de clase alta de Montevideo, la típica familia del deber ser, del título profesional que es obligatoria descendencia, del parecer sobre todo. Y los hijos deciden escaparse hacia la locura, y se suceden bizarros hechos donde aparecen disfrazados frente al barrio, un cuidador los devuelve a las paredes que esconden esta herencia ominosa, pero algunos descienden al abismo arrojándose por el balcón, haciendo fila incluso. Hay tambien de los que se rebelan a los mandatos y deciden profesiones que ridiculizan el prosapio familiar. El ventrílocuo con sus muñecos nos presenta el segundo capítulo de la historia, en la que Polleri narra lo que pudo ser. Y es que este autor, solitario y costumbrista en su propia existencia, tiene una mordaz forma de ver la vida, y entiende a la literatura como un espacio donde hay que darlo todo, pero todo. Le debo a Debret Viana conocer este autor que merece ser leído, analizado, reseñado por no asirse a convenciones, por experimentar con estilo y lograr en su hacer una gran prosa, un manejo literario muy interesante que sale de los límites tan conservados en el mundo literario actual.
