«Había en esas habitaciones de hotel, ya suntuosas, ya sórdidas, algo a la vez magnífico y patético, como el reflejo exagerado de la vida. La aventura que nada detenía, el ardor del amor que ya no existe, el borrado de los rostros, un retiro continuo del mundo, una exquisita amargura. Ahora, en esta habitación del hotel de Almuñécar cuyo nombre casi había inventado, y que le estaba destinado desde el comienzo, rememoraba lo que había conocido, lo que había vivido. Lo que amaba por sobre todo era el zambullirse, al pie de las escaleras, pasada la esclusa, en el tumulto de las ciudades. Eran todas diferentes y sin embargo tan parecidas (el ruido de coches a caballo en Mérida, la multitud en Constantinopla, el rugido de Tokio). Para no perderse, disponía sobre las mesas los mismos libros abiertos. Cada día daba vuelta una página…” (Fragmento del relato “Hotel de la Soledad”)
Arde corazón compila siete relatos del Premio Nobel de Literatura Jean-Marie Gustave Le Clézio en los que narra historias de vida de mujeres, singulares, que él nos muestra como personas contradictorias que oscilan entre la delicada posibilidad del género y sus complejas versiones. Tienen distintas edades, pertenecen a diferentes épocas, lugares y clases sociales, pero en todos los casos sus vidas no son ordinarias y tienen el signo de la violencia, la despiadada aventura y hasta la heroicidad si es requerimiento para conmover dentro de la historia y lograr que esa mujer narrada se vuelva única.
En su novela Revoluciones (2003), Jean- Marie Gustave Le Clézio (Niza, 1940) sentencia; «Ser de aquí y de allá, pertenecer a varias historias», y las historias de Arde corazón y otros relatos responden con esa definición. Es un libro editado en el 2000 que viaja con sus personajes por Estados Unidos, la isla Mauricio, México, la Polinesia y nos hace vibrar con sus historias en tercera persona, de excelencia linguística y de consecuencias definidas, algunas de las cuales saben amargo. En estos mapas que recrea el autor siempre hay desazón, como si quisiera que entendamos que no ser de ninguna latitud es tan complicado como quedarse siempre en una. Los viajes y la infancia, como siempre en Le Clézio, evocados con su magistralidad, pertencen a este volúmen como a toda su obra desde los 70, el cuento que da título al libro, prácticamente una nouvelle, es la historia de una jueza francesa que rememora su niñez en Jacona, México, junto a su pequeña hermana Malva. Clemence, la protagonista recuerda «la calle de los tulipanes», ese pretérito ideal donde huérfanos y ricos jugaban a la par. Las hermana viajan siguiendo a los hombres de su madre, y mientras cambian, crecen, se alejan. Malva termina asilada con su bebé,ras ser objeto de trata. En la historia también se relata la vida de Ouarda, una joven prostituta marsellesa que le toco a una joven Clemence tratar como funcionaria, una joven vulnerada. La desolación, lo ajeno, lo injusto, aquello del orden del desasosiego es la verdadera trama, lo que nos quiere contar el autor. En «Kalima», por ejemplo, narrado en segunda persona y en prosa poética, nos obliga a vivir la muerte de una joven africana inmigrante en Marsella. Hay una búsqueda y una certeza, no es posible volver. Como le ocurre a Clémence cuando regresa a México pero ya no queda lo que recordaba: «Cada vez que Clémence contempla la foto puede sentir el calor de la calle, el sol del mediodía que quema la tierra polvorienta».
En «Hotel de la soledad» una moribunda espera la muerte en un cuarto de hotel, y es interpelada por sus propios recuerdos. En «Tesoro» un muchacho extraña las costumbres beduinas y siente que ya no hay valores y por eso su pueblo es tan decrépito. En «Viento del sur», en primera persona, la infancia vuelve de la mano de un hijo y su padre en el mar de Punaauia.
Jean-Marie Gustave Le Clézio nació en Niza, Francia, en 1940. A ocho años, se mudó con su madre y hermano a Nigeria, su padre era cirujano en las Fuerzas Armadas Británicas, allí se gestaron textos como Onitsha y El africano. Le Clézio publicó unos cincuenta libros.
Arde corazón y otros relatos son historias sobre mujeres. Ellas, como personajes activos o como motivación para el narrador, son las heroínas de sus historias llenas de bordes, de violencia de marginalidad, y tan endemoniadamente bien escritas, que con ellas sufrimos, nos aturdimos, extrañamos, padecemos y nos volvemos nostalgia, tiempo, anuncio, pero nunca, de ninguna manera, nos mantenem,os indiferentes.