Gente que habla dormida

Luciano Lamberti publicó varios libros de cuentos. Dos de ellos forman parte de Gente que habla dormidaEl asesino de chanchos (2010) y El loro que podía adivinar el futuro (2014) y se les agrega uno inédito: Pequeños robos a la luz de la luna. Leer un cuento de lamberti es ingresar a un universo construido por un autor que maneja todos los hilos, por lo tanto se da lujos, y nos regala detalles mínimos y a la vez nos deja librados al azar interpretativo. Resulta de particular interés su forma de narrar las conductas de sus personajes, fuera de la norma casi siempre, y lo hace con rispidez incesante, casi molestando al lector, pero luego el relato va tomando su propia velocidad, su verosimilitud y uno le encuentra los visos a las historias más delirantes.

En este libro, los relatos cortos que incluye Lamberti, se acercan al horror, a un horror terrible, que es el de la infancia, por ejemplo en Jers.

El cuento más intersante para mí es “La canción que cantábamos todos los días” basado en uno de los apuntes para relatos de Hawthorne: una familia tipo, de dos hijos, va a pasear al bosque; la nena se pierde un rato. Cuando regresa es ella misma en apariencia pero es otra, alguien desconocido. Eso le bastó a Lamberti para contruir su historia, generar tiempo y darle un cierre único que no pretendo spoilear. En “Pequeños robos a la luz de la luna”, la reescritura del poema de Nicanor Parra “La víbora”, nos cuenta una historia de una pareja temible y autodestructiva que es capaz de todo, y lo hace honrando al poema. Cada texto es un recorrido por rincones propios y ajenos que nos dejan pensando, sin aliento, agotados, a lo Lamberti.

Si bien hay un género que se acerca al terror, yo no lo colocaría con seguridad ahí, porque el autor recorre la vida, y la vida da miedo, no es raro que un joven caiga en cuestiones como droga, violencia, o desgracia, es vida. Y pasa en todos lados. Lamberti toma la realidad y la recrea con una pluma paciente y febril, con su propia forma de narrar, con algunos trucos del terror, como ruidos, o barrios oscuros, pero es lo cotidiano lo que prevalece. Lo que él conoce, a excepción de “El gran viento del desierto” que ocurre en Iowa.

Recomiendo con vehemencia este libro, que trae tres en uno, y cualquier otro libro de este gran autor.

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