La llave para la libertad está en la educación, la cultura, la investigación…la búsqueda continua, la esperanza en el conocimiento y la sabiduría cotidiana con que los ciudadanos enfrentan los sinsabores a los que hace más de 250 días se ven sometidos. No voy a enumerar los casos desgarradores de abusos de poder que estamos padeciendo en todo el país, pero me voy a permitir filosofar un rato, sin ciencia, lo admito sobre algunas cuestiones indiscutibles. Aprender fue primero que enseñar. Enseñar correctamente es crear condiciones para producir conocimiento nuevo. El que enseña aprende, y también, quien aprende enseña. Enseñar no es otra cosa que aprender. Nuestro conocimiento es incompleto, inacabado y debemos aprender permanentemente. Si podemos reconocer esto nos volvemos educables. Lo que nos hace educables no es la educación, sino reconocer lo inconcluso de nuestro conocimiento. Nunca dejamos de aprender, porque la vida, es un camino largo, en el que somos alumnos y maestros de acuerdo a la época que nos atraviese, pero lo cierto es que el aprendizaje es continuo.
En un mundo cada vez más deshumanizado, en el que se pone en duda el valor mismo de la vida, es necesaria la libertad, y se educa con libertad en libertad, con solidaridad en la solidaridad y con igualdad en la igualdad. Para lograr eso, el corazón debe estar abierto a amar. Y en nuestra época histórica no encontramos la llave.
Sera cuestión de ser lo suficientemente libres como para oir los latidos.