Terminando octubre la pausa creada por esta cuarentena nos deja en off, como si nos hubiésemos apagado, sin funciones, sin sueños, nos miramos unos a otros como si fuésemos atracciones simbólicas, todas exhaladas como actos de hálitos esperanzadores. Hoy y mañana cada vida suspendida en esta pausa será un testimonio de un tiempo difícil, por más hermosas que sean algunas imágenes, como compartir más tiempo con las personas que uno ama, estará enfrentada con el destierro y la soledad de otros amores,qué paradoja.
Tal vez debamos usar tanta quietud para crear algo nuevo, sostenible, que respete los ecos de pasados primordiales y nos proyecte a un futuro que no repare en unificar destinos, en buscar consensos, viabilidades entre paz y acción, entre tecnología y naturaleza, producción y paisaje, hombres y mujeres.
O sentarnos con un concierto de Keith Jarret como fondo y refundarnos en la Pausa que proponía Mario Benedetti:
De vez en cuando hay que hacer
una pausa
contemplarse a sí mismo
sin la fruición cotidiana
examinar el pasado
rubro por rubro
etapa por etapa
baldosa por baldosa
y no llorarse las mentiras
sino cantarse las verdades.