Hoy es el día del Patrono de nuestra ciudad y fundador de la Compañía de Jesús: San Ignacio de Loyola, por muchos considerado una de las mentes brillantes del siglo XVI. Este hombre, militar, y extremadamente creyente, creó los famosos Ejercicios Espirituales, tras vivir como eremita en Manresa, en unas cuevas que hoy son visita turística. Tal vez con la rigidez propia de la época, lo que escribió San Ignacio de Loyola, apela a la virtud, a la humildad, a la grandeza del alma.
Nuestra ciudad, Junín, está hoy atravesada por la cuarentena, que parece extenderán otros 15 días ad eternum, porque nadie ve una luz en el camino. Y digo padece la cuarentena, porque gracias a Dios, y posiblemente a San Ignacio, los casos han sido mínimos. Los males, máximos. Muchos comercios parados por más de cuatro meses. Muchos cerrarán, otros despedirán, otros ya no pueden más. A veces la humildad de la que el santo habla tiene que ver con reconocer el error humano.
Me gustaría que nuestro presidente, en vez de seguir creando elites arbitrarias, como ahora la de los nuevos sabios judiciales, recordara que los ciudadanos estamos representados por los congresistas y esos deben ser sus asesores. Me gustaría que sea capaz de decir me equivoqué, que se ponga de nuestro lado y sea pueblo. Que reconozca que su gabinete es incompetente. Debería leer los Ejercicios de San Ignacio para dejar de lado la soberbia y volverse un estadista. Mientras otros países vuelven a la normalidad, nosotros empeoramos, la realidad manda. Actuaron mal, y además miserablemente. Usando la pandemia para avasallar derechos, y dar impunidad y excarcelación a los corruptos.
Hoy, en el día del Patrono de mi ciudad, San Ignacio de Loyola, me gustaría decirle a nuestro presidente una frase del Santo: ¿De qué te sirve ganar el mundo, si al final pierdes tu alma?