Diario de Cuarentena: Carrot cake

Ayer, y después de pensarla muchos días tras ver la receta en la historia de instagram de un amigo, hice mi primer carrot cake. Fue un logro pequeño, pero para alguien que no suele hacer tortas, adquirió otra relevancia. Quedó muy rica y la familia lo agradeció. Sin embargo me hizo pensar todo el día en la fábula que comparto a continuación.

Dice la fábula que para que un burro tire del carro hay que ponerle una zanahoria adelante lo bastante cerca para que crea que la va a alcanzar pero, a su vez, lo suficientemente lejos para que no lo logre. El burro piensa que alcanzará la zanahoria y realiza el mayor esfuerzo pero, al final del día y habiendo cumplido su cometido, la zanahoria aun está frente de sí. El amo lo mira y le dice que mañana seguramente tendrá más fuerza y conseguirá su merecida recompensa, pero todo es inútil y se convierte en un juego de nunca acabar… Incluso hay días que casi atrapa la zanahoria y la esperanza se redobla. Lastimosamente al otro día hará nuevamente su mejor esfuerzo pero tampoco conseguirá el objetivo y, mientras tanto, el carro va para adelante y se cumple el objetivo.

Cierto día el granjero preparó al burro muy temprano y salió camino del pueblo para vender los productos de su granja en el mercado local. Era una mañana con neblina y, mientras el hombre cantaba, el burro empujaba con más fuerza que nunca el carro para ver si esta vez si podía alcanzar su zanahoria. Sin embargo y, como siempre, al llegar al pueblo quedó en los establos sin nada y el granjero se fue al mercado.

El tiempo pasó y cuando ya despuntaba la tarde el granjero regresó feliz porque había sido un día excepcional de ventas. Enganchó el burro al carro le puso su zanahoria adelante pero cuando agitó las riendas el burro ni se inmutó. Ni un solo paso dio… ya eran muchos años empujando para nada y el burro simplemente se plantó en sus cuatro patas y de allí no se movió. El granjero sacudió su cabeza con decepción, golpeó cruelmente al animal… pero nada, ni medio paso dio el burro, aun teniendo la zanahoria por delante. Fue entonces cuando el hombre se bajó del carro y caminó hacia su granja en busca de otro burro que fuera más joven e inexperto. Volvió con él, lo enganchó al carro, le dio de probar unas pocas rebanadas de zanahoria y le puso a su frente una enorme hortaliza, con lo que el burro empezó a empujar del carretón con gran fuerza para poder comérsela… Atado atrás del carro iba el primer borrico cabizbajo y decepcionado…

El granjero miró al burro joven y con una gran sonrisa pensó: “Se conforma con poco, basta la promesa de una zanahoria para hacerlo feliz. “Eres un tonto” le dijo en voz alta al pobre animal “hacer el esfuerzo a cambio de nada».

Al releerla, pensé en nuestra sociedad, y en cuán burros queremos ser, tras años de tirar tras el objetivo del bien común y ser traicionados una y otra vez. ¿Lo pensamos? o seguimos tras el esnobismo de creer en aquellos que dicen ser los que admiran pero solo corren tras una zanahoria inalcanzable.

Ya no me queda carrot cake, pero a pesar de ser deliciosa, me dejó un sabor amargo.

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