Desde el 1 al 24 de diciembre los cristianos nos hallamos en tiempo de adviento. ¿Pero que es el adviento? Etimológicamente, la palabra Adviento es de origen latín “adventum” que significa “llegada” y se supone que es tiempo dedicado a la reflexión, penitencia y oración como preparación para recibir al Señor Jesucristo. Pero para nosotros, los transeúntes comunes de la vida, el adviento puede transformarse en un tiempo interesante. Un tiempo que nos interpele, proponiendo cambios y contrastes que discutan paradigmas y principios.
¿Somos lo que decimos ser? Realmente en el día a día nos vamos ahuecando en otras pieles y si nos tomamos el tiempo para reflexionar, tal vez no reconozcamos nuestra esencia en la persona con la que caminamos la vida. Es una cuestión atractiva repensarnos. Porque en la resignificación individual reside sin duda, el cambio social. Ese que tan a menudo planteamos como una necesidad imprescindible y con el que tan poco nos comprometemos.
Pedimos justicia, pero ¿somos justos? ¿O sólo queremos justicia unilateral? ¿Tratamos en forma justa a los que amamos como a los demás? ¿Nos tratamos con justicia? Gritamos por la igualdad de derechos, sin embargo, es muy probable que en el día a día no veamos las inequidades que nos rodean. O terminemos discriminando a otro por diversas razones, raza, altura, peso, edad, género, no importa qué. Añoramos honradez en los otros. ¿Y la nuestra? El ego generalmente nos obnubila de tal forma que dejamos pasar amores, familia, oportunidades únicas y cambios solo por él. Exigimos igualdad, ¿por qué? ¡Es tan valiosa la diversidad!
Tiempo de adviento, tiempo de cambios, de espera, de propuestas, pero esta vez, hazlas con el dedo apuntándote. Y entonces, entre vos y yo, es decir uno con el otro, tal vez comencemos a crear el mundo que hace siglos proclamamos como humanidad, y del que nos alejamos día a día por no vernos en espejo. Sin vos no existo, sin mí, no existís. Somos ese otro social que nos refleja. Por eso te invito, seas o no cristiano, a pensar con el alma abierta, con los brazos abiertos, con el corazón latiendo en pos de una sociedad que nos cobije y nos devuelva el reflejo solidario de un mundo mejor.
Construyamos juntos la realidad que deseamos, no es cuestión de pedir, sino de hacer.