Tierra Fresca de su tumba

“¿Era caliente el líquido viscoso que te dejaron ahí? (…) ¿Era un líquido como la clara de un huevo?”

Giovanna Rivero

¡Qué maravilloso libro!

Reseñar estos cuentos fantásticos, oscuros, terrosos y llenos de profundos encuentros de locura y naturaleza, raíces y miedos ancestrales, niñas y mujeres que exploran los bordes con una riqueza poética sublime, estepas, osos, buitres, ojos, manos, labios, frotaciones, sexo y dolor, familia y secretos, estupendas alucinaciones donde la etnia y el desgarro son lluvia constante, que a medida que leemos nos embebe en frustraciones, pasiones, arraigos, silencios extremos, enfermedad es un reto deseado. Rivero hace semejantes paisajes sociales con la maestría que caracteriza a esta boliviana, y nos enseña que está bien trasgredir cánones si lo hacemos con buena literatura.

Su estilo no puede definirse, en sus páginas sobrevuelan Rulfo, Quiroga y lo mejor de Lovecraft sin pudor. Qué alegría produce que esta escritora voluptuosa y creativa sea latinoamericana.

Giovanna Rivero se aventura con pastores y súbditos pecadores, la hipocresía está presente y sin dejar de mirar el entorno, porque lo colonial está y es clara la postura y la crítica, pero ella se zambulle en esas historias personales que abarcan la humanidad. Los locos, los desahuciados, los parias y los niños tienen voces temibles, roza lo gótico sin elegirlo, porque no hay encasillamiento en su poética alucinada, es a pesar de nosotros, de nuestras etiquetas, de nuestros ascos y de nuestro espantoso pudor.

Tierra fresca de su tumba es literatura, y de la buena. De esa que no queremos dejar de leer. Todos sus cuentos son muy buenos, si debo elegir uno, Socorro es, a mi juicio, el más logrado, tanto dolor y tanta ausencia en esos secretos prohibidos, esos gritos en pechos inflamados, habitados por lo no dicho. Truculento, con tantas capas que nos cuesta creer, el relato nos deja exhaustos y conmovidos.

Hermano ciervo también es impresionante, su estela que une puntos de américa que parecen extremos, y que sin embargo padecen iguales. Los seis cuentos valen la pena, no importa si van a lo weird o al slipstream, si son góticos o fantásticos. Son buenos.

Corran a comprarlo, pídanlo prestado o róbenlo por un día, pero no dejen de leerlo.