Tengo la suerte de tener un grupo diverso de amigas queridas que siempre me dejan con inquietudes, es por eso que anoche, entre vehementes planteos sobre si es posible ser socialista y liberal a la vez, algo que yo considero una ilusión, que tal vez resulte atractiva y llena de épica pero que no pasa de eso, tuve que pensar en libertades e ilusión.La ilusión tiene un sentido negativo -algo que parece real pero no lo es- y otro positivo -algo que provoca entusiasmo y esperanza, en nuestro idioma, tiene sólo un sentido positivo, y tal vez es por eso que podemos ir de ilusionado a iluso en un tirón, de ideal a utopía en un paso. Cervantes creó a don Quijote con tales dualidades y puso a la vista la propensión a ir de un extremo a otro sin reparos, que es quizás el rasgo histórico que define mejor a nuestro pueblo
Hay ilusiones, y nos gobierna una, que se aloja en la mente en forma fija,esas ideas y creencias que tomamos por reales aunque nunca nos hayamos parado a comprobar si son o no meras ilusiones. La que más arraigo tiene, quizás porque no podamos vivir sin ella, es la ilusión de libertad. Para ser, nos sentimos dueños de nuestras ideas y pensamientos y creemos que, las decisiones que tomamos cada instante nacen de nuestra voluntad.
Sin embargo los años me han demostrado que no nací libre, ni soy ni seré nunca libre pero lo necesito,necesito ser libre, creer en mi libertad, luchar por ella y ponerla en práctica tanto como necesito el aire para respirar. Es un anhelo necesario y no dejaré de construir dentro de mi mente un espacio libre de prejuicios, de ideas impuestas. Soy libre de pensar y juzgar por mí lo que veo, lo que siento, lo que sé y lo que construyo con la razón. Observo a muchos que me rodean y pienso que serían capaces de morir por unas ideas que no son suyas porque jamás se han parado a despejarlas de la ilusión de verdad que encierran; y entonces son capaces de defender con pasión ideas que otros han metido en su cabeza y en las que creen con fe ciega; seres que se creen muy libres mientras reaccionan como autómatas en cuanto alguien cuestiona sus creencias.
Aspiro a ser cada día más libre, a que mis ideas se construyan sobre la objetividad y la razón; ideas libres, liberadoras; ideas descontaminadas, que no me obliguen a aceptar lo que otros dicen por miedo al rechazo, al chantaje de las dicotomías grandilocuentes y falsas. Aspiro a tener cada día más ideas y menos ideología, las ideas son propias. Compartir ideas sin necesidad de defender una ideología, porque el paso de ideología a creencia, y de creencia a dogma, es casi inevitable. Me dí cuenta que es importante no confundir las ideas con la persona, como sociedad debemos escapar y desarmar la perversa manía de identificarnos con nuestras ideas, transformándolas en nuestro ser. Yo soy mucho más que mis ideas, Y la sociedad debe ser más que las suyas, en especial cuando se convierten en creencias a las que les entregan su seguridad. Las ideas no son emociones, no deben confundirse porque pierden su valor objetivo. Una idea no es una opinión ni nos pertenece. Si contradecimos una idea no estamos atacando a la persona. Y no es así. Hoy acá estoy expresando ideas, que ya son de todos, que pueden ser discutidas, analizadas o rechazadas.
En nuestra política, toda idea (aunque fuera buena) acaba convirtiéndose en opinión, ideología, dogma, religión y secta. Vean a los ultra seguidores del Frente de todos, de Cristina Kirchner, a los nacionalistas; a los antisemitas, los fanáticos del movimiento de liberación animal, aquellos intransigentes del movimiento LGTB, a los chavistas, los ultraliberales, y puedo seguir. Todos creen ser muy libres. Ilusos, pero son cautivos de ismos dogmáticos que no les permiten debatir ideas. Y eso los vuelve peligrosos.
Cierro con una frase de Oscar Wilde: El valor de una idea no tiene nada que ver con la sinceridad del hombre que la expresa.