«El único medio de conservar el hombre su libertad es estar siempre dispuesto a morir por ella» Edgar Allan Poe
Sábado por la mañana, día 107 de cuarentena obligatoria. Una que nos convoca a lo profundo, que pone a prueba convicciones, estamentos, ideales y diría que sacude el entramado social a tal punto que nadie sabe si hay lados y si los hay, de que lado ponerse. No es mi caso. Siempre estaré del lado de la libertad, de la república, del estado de derecho.
Más de tres meses y medio han alcanzado para avasallar poderes, vidas, empresas, comercios, costumbres, ahorros y hasta nos han dejado sin la capacidad de proyectar. Pero hay que volver otra vez a lo profundo para comprender quiénes somos y quiénes queremos ser. Allí veremos como personas, y como colectivo social de qué estamos hechos. ¿Somos un grupo alocado de mutantes que se mueve tras un líder poco carismático y apático que pone la cara para sostener el poder de otros? ¿O somos el pueblo lleno de raigambre gaucha, hibridado, construido por identidades migradas que nos fueron enfocando a una estructura llena de amalgamas pero firme que creía en la pluralidad de razas y en un futuro productivo en pos del bien común?
Mientras pienso que dormí horrible y que cada vez lo hago peor; aunque me ejercito, camino lo que puedo, trato de comer sano y veo poca tv., la vida de hoy me angustia. Mis hermanos argentinos fundidos me aturden. Los pobres sometidos a dádivas me escara y la suerte echada de un país que es rico en naturaleza y pobre en patriotas, hace que se me cierre la tráquea a la hora de respirar. Porque nos falta aire. Aire de todos.
Te propongo meternos bien hondo, en lo profundo, tocar fondo, y de una vez por todas, emerger.