Diario de cuarentena: déjà vu

Hoy me desperté temprano y tuve varios déjà vu, Sentí durante una hora que ya había dado las mismas respuestas a García. Que eran clonados todos mis movimientos a otros ya realizados y que en algún lugar paralelo había vivido lo mismo con segundos de diferencia. Siempre me maravilló ese fenómeno mental que nos atraviesa sin prejuicios ni clases. La humanidad vive hoy en un constante déjà vu.

¿Sentís, como yo, que ésto ya lo vivimos? Hay una constante en la sociedad a olvidar el pasado, pero las prohibiciones se parecen a las que tenía cuando crecía. Y la sucesión de desastres económicos a otras épocas de nuestra historia. Y la falta de futuro y la desidia. ¿Porqué será que los déjà vu pocas veces nos llevan a momentos felices? La nostalgia los debe poblar con frecuencia, o algo así.

Me ceba un mate caliente y esperanzador, tal vez suponiendo por el movimiento de mis dedos en el teclado que algo anda mal. Alzo mi mano la acerco y lo tomo. En el silencio de la mañana oigo correr el agua dentro de la bombilla, y la siento caliente en mi esófago. La calidez del gesto de dar en una mateada es algo que estamos perdiendo. Me voy a resistir. Y eso que reconozco la falta de higiene en el mate compartido. Pero de vale la vida sin el otro.

Tal vez por todo lo que extraño tengo tantos déjà vu, como un mecanismo para contarme que ya lo viví y que va a pasar. Que sea pronto.

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